miércoles, 16 de febrero de 2011

Cruz de Ferro

2 comentarios:

o s a k a dijo...

desde luego, la Providencia no para de hacernos guiños...

la ascensión fue más o menos pacífica, pero la llegada fue otro cantar. Soplaba un viento tan fuerte que apenas se podía levantar la mirada hacia la cruz de ferro. La nieve me golpeaba los ojos y se colaba por el cuello, pero aún podía hacer una cosa. Podía abrazarla.

Y desde allí, abrazado al mástil de madera tambaleado por un temporal que arreciaba por momentos, me acordé de mis amigos y pedí al Señor que velara por ellos como velaba por mí.

Comenzaba a escasear la luz y la ventisca había borrado mis huellas. Comprendí que no me quedaba demasiado tiempo y comencé a correr. Pasado Foncebadón, comprendí cuánto dependía de que el cielo se despejara... corría, caminaba, me paraba a respirar, volvía a correr... y entonces una llamada: Pedro subía con el 4x4. Cuando lo distinguí entre la nieve, sentí una gratitud enorme y la necesidad de arrodillarme y dar gracias por la gran lección que acababa de recibir. Temor de Dios y abandono en la amistad, ¡qué noble juego de confianzas!

Lorenzo surcaba las profundidades de Madrid mientras yo me la jugaba en el Monte Irago. Pero ambos pensábamos en las estrellas, que nos observan y nos llaman a la conversión, a superar toda dificultad y elevarnos hacia Dios. A condición de dejarsnos inundar por ellas.

n a c o
keepwalking

SloW dijo...

walk, dont run